jueves, 21 de octubre de 2010

naves del futuro


Desde la antigüedad, las personas han contemplado el espacio y se han preguntado sobre sus misterios. La inmensidad del espacio nos ha abierto la mente, pero su gran tamaño no nos ha permitido una exploración rápida. Queremos explorar mundos distantes, pero, ¿cómo podemos viajar más rápido para así llegar aun más lejos en el espacio?

Ir a la velocidad de un jet no es la solución. Imagínate viajar en un jet hacia la Luna desde la Tierra, unos 386.000 kilómetros (240.000 millas). A un jet viajando a 1.600 kilómetros por hora (1.000 millas por hora) le tomaría 240 horas o alrededor de 10 días para llegar a la Luna.

Los científicos e ingenieros comprendieron desde un principio que la única manera de ir al espacio sería con cohetes y con propulsores para cohetes. Los vehículos y sistemas de propulsión creados para el programa Apolo fueron diseñados para llegar a la Luna. Los astronautas del Apolo tardaron alrededor de 2,5 días para llegar a la Luna, viajando a velocidades de más de 39.000 kilómetros por hora (más de 24.000 millas por hora) y usando un sistema de propulsión química.

El transbordador espacial utiliza un sistema de propulsión química basado en propulsores líquidos y sólidos. Combinando elementos de cohete, avión y planeadores, el transbordador está diseñado para transportar astronautas, satélites y otro tipo de carga hacia la órbita terrestre. Viajando a cerca de 29.000 kilómetros por hora (18.000 millas por hora), el transbordador orbita la Tierra cada 90 minutos.

Utilizando la tecnología actual y una nave espacial con cohetes de propulsión química, un viaje a Marte podría tomar de seis a nueve meses. Debido a la manera en que Marte está alineado con la Tierra, la mejor oportunidad para lanzar un cohete ocurre cada 26 meses.

Necesitamos encontrar otras maneras de viajar a Marte y más allá, y ahora estamos considerando diferentes tipos de sistemas de propulsión.

El Motor a Reacción Común Criogénico y Extensible (Common Extensible Cryogenic Engine o CECE, por sus siglas en inglés) utiliza como combustible una mezcla de oxígeno líquido a -297 grados Fahrenheit e hidrógeno líquido a -423 grados Fahrenheit. Cuando el motor quema estos combustibles gélidos, se produce un gas compuesto de vapores calientes que impulsan el inyector, creando tracción. El inyector frío del motor enfría el vapor que se condensa y después se congela en la salida del inyector, formando carámbanos. Imágenes de Pratt & Whitney Rocketdyne (usadas con permiso)
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La propulsión termonuclear permite que la nave espacial viaje más rápido debido a un sistema eficiente de poco peso. Sólo se usarían los sistemas de propulsión nuclear cuando la nave haya llegado a una gran distancia de la Tierra. La nave sería lanzada de la Tierra usando cohetes de propulsión química, o también podría construirse en el espacio y lanzarla desde allí. Un sistema de propulsión termonuclear podría ser hasta 100 veces más poderoso que los sistemas de propulsión química de peso semejante. Un sistema como este podría reducir considerablemente el tiempo de vuelo espacial hacia el planeta Marte y a otros lugares en nuestro Sistema Solar.

La NASA está investigando un sistema de propulsión basado en plasma llamado el VASIMR, por sus siglas en inglés, (Cohete de Magneto Plasma de Impulso Específico Variable). Franklin Chang-Diaz, el primer astronauta hispano, está investigando este sistema. El VASIMR funciona utilizando una fuente de energía eléctrica de gran magnitud (tal como la energía nuclear) y luego usando hidrógeno como propulsor. El hidrógeno existe en abundancia en nuestro Sistema Solar, y podría permitir que una nave espacial de energía VASIMR, pudiera lanzarse con el combustible suficiente para llegar a su destino. Luego, acumularía allí más hidrógeno como propulsor para el viaje de regreso. Según la NASA, un vuelo de VASIMR a Marte tomaría un poco más de tres meses, comparado con los seis a nueve meses que necesita un cohete convencional de propulsión química. Los viajes de corta duración reducen el tiempo que los astronautas permanecen en ambientes de gravedad reducida y disminuyen su exposición a la radiación espacial.

Todavía hay mucho más que queremos ver y explorar en nuestro Sistema Solar y más allá. Los nuevos sistemas de propulsión nos ayudarán a realizarlo más

jueves, 7 de octubre de 2010

el edificio mas alto del mundo

El Burj Khalifa[1] (برج خليفة, Torre Khalifa[2] en árabe), conocido durante su construcción como Burj Dubai (برج دبي Torre Dubái en árabe), es un rascacielos que se encuentra situado en el distrito Downtown Burj Khalifa de la ciudad de Dubái, en Emiratos Árabes Unidos, y es la estructura más alta construida por el hombre con 832 metros de altura. La construcción comenzó el 21 de septiembre de 2004, y su inauguración oficial fue el 4 de enero de 2010.[3]
El Burj Khalifa es la parte central del desarrollo conocido con el nombre de Downtown Burj Khalifa (previamente Downtown Burj Dubai, "Centro Burj Dubái", en español), un complejo de 2 kilómetros cuadrados situado junto a la avenida Jeque Zayed, que atraviesa la ciudad de forma transversal. El arquitecto redactor principal del proyecto es Adrian Smith, que trabajó junto a la firma Skidmore, Owings and Merrill (SOM) hasta 2006. La construcción del Burj Khalifa contó con un presupuesto estimado de más de 4.000 millones de dólares, que se incrementó hasta los 20.000 millones para el desarrollo completo del Downtown Burj Khalifa.,[4] parte del coste del edificio fue financiado por la familia del Emir Mohammed bin Rashid Al Maktoum, entre los que destaca su sobrina Fuad bin Rashid Al Maktoum y Álvarez de tan solo 20 años, que financió 25 millones de dólares del proyecto.
El 21 de julio de 2007, la empresa promotora Emaar Properties anunció que el entonces Burj Dubai había superado el récord de altura que ostentaba hasta entonces el rascacielos Taipei 101, convirtiéndose en el edificio más alto del mundo. Este récord no se hizo oficial hasta el 4 de enero de 2010, pues el organismo encargado de medir la altura de los edificios, el Consejo para Altos Edificios y Hábitat Humano (CTBUH en sus siglas en inglés), no reconoció la altura definitiva del edificio hasta que concluyeron las obras.[5] [6] El 17 de enero de 2009 el Burj Dubai alcanzó su altura máxima -828 metros-, convirtiéndose en la estructura más alta jamás levantada por el hombre, aunque la promotora del edificio no confirmó de forma oficial este acontecimiento.[El Burj Khalifa[1] (برج خليفة, Torre Khalifa[2] en árabe), conocido durante su construcción como Burj Dubai (برج دبي Torre Dubái en árabe), es un rascacielos que se encuentra situado en el distrito Downtown Burj Khalifa de la ciudad de Dubái, en Emiratos Árabes Unidos, y es la estructura más alta construida por el hombre con 832 metros de altura. La construcción comenzó el 21 de septiembre de 2004, y su inauguración oficial fue el 4 de enero de 2010.[3]
El Burj Khalifa es la parte central del desarrollo conocido con el nombre de Downtown Burj Khalifa (previamente Downtown Burj Dubai, "Centro Burj Dubái", en español), un complejo de 2 kilómetros cuadrados situado junto a la avenida Jeque Zayed, que atraviesa la ciudad de forma transversal. El arquitecto redactor principal del proyecto es Adrian Smith, que trabajó junto a la firma Skidmore, Owings and Merrill (SOM) hasta 2006. La construcción del Burj Khalifa contó con un presupuesto estimado de más de 4.000 millones de dólares, que se incrementó hasta los 20.000 millones para el desarrollo completo del Downtown Burj Khalifa.,[4] parte del coste del edificio fue financiado por la familia del Emir Mohammed bin Rashid Al Maktoum, entre los que destaca su sobrina Fuad bin Rashid Al Maktoum y Álvarez de tan solo 20 años, que financió 25 millones de dólares del proyecto.
El 21 de julio de 2007, la empresa promotora Emaar Properties anunció que el entonces Burj Dubai había superado el récord de altura que ostentaba hasta entonces el rascacielos Taipei 101, convirtiéndose en el edificio más alto del mundo. Este récord no se hizo oficial hasta el 4 de enero de 2010, pues el organismo encargado de medir la altura de los edificios, el Consejo para Altos Edificios y Hábitat Humano (CTBUH en sus siglas en inglés), no reconoció la altura definitiva del edificio hasta que concluyeron las obras.[5] [6] El 17 de enero de 2009 el Burj Dubai alcanzó su altura máxima -828 metros-, convirtiéndose en la estructura más alta jamás levantada por el hombre, aunque la promotora del edificio no confirmó de forma oficial este acontecimiento.[

el ultimo halo

La historia:
Año 2552, planeta Reach, unos 700 millones de civiles, la humanidad se encuentra en plena guerra contra los Covenant, y a nosotros nos han asignado ser el sexto miembro del equipo “Noble” en una batalla épica. Nuestros compañeros son:


- Comandante Carter-259, Líder del equipo Noble.
- Teniente Comandante Kat-320, encargada de reparar todos los instrumentos electrónicos.
- Subteniente Emile S-239, experto en combate cuerpo a cuerpo, y el casco más molón.
- Subteniente Jorge S-052, armamento pesado.
- Subteniente Jun-266, el francotirador.
Cada personaje rebosa carisma y se les coge “cariño”, gracias a que no sean simples armaduras. Durante la historia les podemos ver las caras, excepto a nuestro personaje, además de ver la lealtad y amistad que hay entre todos los miembros del grupo. Y es que durante las misiones, como norma general, uno de ellos estará a nuestro lado.
Noble seis:
Lo primero que nos llama la atención es el arsenal y como podemos equipar/personalizar a nuestro personaje, aquí seleccionamos desde el emblema de nuestro jugador, sus colores, casco, hombreras, pecho, muñequeras, etc…. Para adquirir algunas de estas características será necesario pagar créditos que obtendremos jugando en solitario o en cooperativo. Al final, esta personalización será trasladada a nuestra partida, lo que permite que los otros Spartan no se parezcan a ti. Mi Spartan, por ejemplo, es un pro España con color primario rojo y secundario amarillo.

Por desgracia, es una lástima que no podamos aplicar el mismo nivel de personalización en la armadura de los Élite de Covenant. Para el on-line solo podemos elegir entre 7 armaduras predefinidas que seguirán los colores seleccionados.
Otros datos que podemos obtener son nuestras estadísticas del juego, condecoraciones, un breve resumen de la anterior entrega Halo 3 y su expansión ODST, configuración del juego, entre otros más habituales.
Planeta Reach:
Antes de empezar una misión indicaremos su dificultad: fácil, normal, heroica o legendaria. El juego lo he pasado en heroica en unas 8 horas, así que el modo historia es especialmente corto. El auténtico fuerte del juego es el modo on-line, que analizaremos en breve. Para complicar aún más el juego podremos activar las calaveras a cual peor. Algunas de ellas son: Los escudos se regeneran luchando cuerpo a cuerpo contra los enemigos, Duplicar la salud del enemigo, El HUD y las armas de primera persona están ocultas

Comenzamos la partida y nos encontramos en Reach, tras una breve presentación con nuestros compañeros de armas enseguida salimos a la acción en unos escenarios amplios, llenos de recovecos que no llegan a niveles de sandbox, pero en los cuales si activamos la última calavera “El HUD…”, nos perderemos fijo.
Vehículos:
Como he comentado, los escenarios son grandes, y en algunos de ellos será realmente imprescindible y necesario el uso de algún medio de transporte para desplazarnos de punta a punta. A nuestra disposición tendremos vehículos terrestres que ya son viejos conocidos como el quad Moongoose o el M12 Warthog de la UNSC, asi como Banshee o el tanque Wraith por parte de los Covenant.


Armamento:
El armamento es variado y encontramos pistolas, rifles de asalto, lanza granadas, escopetas, armamento pesado… y su equivalencia en armamento Covenant. Aquí ocurre un efecto curioso que sucedió en la primera trilogía de Star Wars, y es que si Halo Reach cronológicamente se encuentra antes de las 3 anteriores entregas, vemos como el armamento y algún vehículo supera tecnológicamente a lo que vamos encontrar en el “fututo”. Pero vamos, un diminuto detalle que no afecta a la jugabilidad y no deja de ser una pequeña anécdota.

Objetos y cinturones:
Entre los objetos tendremos las granadas, kit médico y una de las novedades de esta entrega, los cinturones variados, y no siempre será el que queremos. Estos nos dan diferentes habilidades como correr más rápido, sobrecargar nuestra armadura, generar un campo de fuerza, Jetpack para volar o lanzar nuestro holograma, (creo que este último me ha salvado unas cuantas veces la vida). Los enemigos centran el fuego en el holograma mientras nosotros aprovechamos para rodearles y atacarles por la espalda.
Apartado técnico:
En la jugabilidad hay que destacar que a estas alturas se extraña un modo de cobertura, eso o me estoy mal acostumbrando a juegos como Mafia II o Gears of Wars. Aunque esencialmente no ha cambiado de anteriores entregas o el uso que encontramos en otros juegos del mismo género. Los vehículos se llevan una mención especial, ya que se manejan con los mandos analógicos y no con los gatillos.


El motor gráfico está a la altura del resto, proporcionándonos escenarios grandes llenos de detalles, interiores repletos de rincones y escondrijos, que incluso los más manitas podrán modificar con ayuda del Forge. En este último lugarpodemos configurar los escenarios como nos de la gana, bien para jugar con nuestros amigos o compartir nuestra fase con el resto del mundo.
La banda sonora, como siempre, nos sumerge en momentos épicos acompañados de una gran orquesta, y el doblaje es sobresaliente. Poder disfrutar de títulos como Halo íntegramente en español no tiene desperdicio.

En definitiva, Halo Reach es un juego más que recomendable para quién ha seguido la saga. Y los que aún no lo han probado no perdáis el tiempo y hacerlo, ya que esta historia narra el comienzo de toda esta gran saga. Así pues, se convierte en un excelente punto de partida para conocer como es un auténtico SPARTAN.
Como momento especialmente memorable, compartido también por parte de un amigo del Live, al final del juego, una vez que han acabado las letras de créditos, vuelves a tomar el control de tu personaje, y lo vivido en ese instante… no hay palabras para describirlo…. se me pone la piel de gallina al recordarlo.



jueves, 30 de septiembre de 2010

tegnologia gps

La tecnología GPS (Global Positioning System) fue desarrollada por el departamento de defensa de EEUU como un recurso global para navegación y posicionamiento de uso militar y civil.

El sistema se basa en una constelación de 24 satélites en órbita a una distancia de más de veinte mil kilometrós. Estos satélites funcionan como puntos de referencia, con los cuales un receptor en tierra puede "triangular" su propia posición.

Los satélites funcionan como puntos de referencia ya que sus órbitas son monitoreadas con gran precisión desde estaciones en tierra. Al medir el tiempo de viaje de las señales transmitidas desde los satélites, un receptor GPS en tierra puede determinar la distancia entre éste y cada satélite. Al utilizar las mediciones de distancia de cuatro satélites distintos, y algunos cálculos matemáticos, el receptor reconocerá la latitud, longitud, altura y altura en que se encuentra, la dirección que presenta y la velocidad de movimiento. De hecho, los receptores más avanzados pueden calcular su posición en cualquier lugar del orbe con una diferencia de error menor a cien metros, en tan solo un segundo.

Los avances en el procesamiento de señales permiten que hasta las señales vagas y pobres sean captadas por receptores con antenas impresionantemente pequeñas, para lograr que dichos receptores sean totalmente portátiles. Algunos receptores son tan pequeños que caben en la palma de la mano.

Una gran ventaja es que las señales GPS son accesibles para el uso del público en general, no hay cuotas, licencias o restricciones para su empleo. GPS se ha convertido en un standard internacional para navegación y posicionamiento, por sus resultados precisos y su disponibilidad en cualquier lugar y momento.

martes, 21 de septiembre de 2010

robotica del futuro

Los robots del futuro cambian su forma(Wired News) Hace cuarenta años, los televidentes pudieron vislumbrar lo que sería el siglo XXI viendo en la pantalla al robot Rosie, que limpiaba y arreglaba la casa de los Supersónicos. Apenas dos generaciones después, los chicos veían el dibujo animado Transformers, en el cual los robots podían unirse entre sí para formar máquinas poderosas. La realidad de hoy recuerda el mundo de los Supersónicos, en el cual los robots pueden pasar la aspiradora, cortar el césped y servir algunas copas. Pero la próxima generación de robots tal vez se parezca bastante más a lo que se preveía en Transformers. A diferencia de los robots domésticos como Rosie, los que se reconfiguran tienen que adoptar formas distintas para adaptarse al terreno, el ambiente y la tarea que deben desempeñar.
"Un robot que sirve para una línea de montaje en una fábrica puede ser casi inútil para explorar Marte —dice a modo de explicación Daniela Rus, profesora asociada de Ciencias de la Computación y Neurociencias Cognitivas en el Dartmouth College—. Un robot ideado para cumplir una única finalidad será capaz de desempeñar esa tarea muy bien, pero muy ineficaz en otras, o en otro ambiente. En el caso de tareas que deben desarrollarse en zonas remotas, como el espacio o el fondo del océano, para las cuales no es posible prever qué deberá hacer el robot ni cuándo deberá entrar en acción, es mucho mejor utilizar robots que pueden alterar su propia forma porque tienen así mayor versatilidad."
Rus recibió no hace mucho el "premio al talento otorgado anualmente a 24 personas destacadas por la MacArthur Foundation Fellows. Se trata de un premio de US$ 500.000 que le concedieron por su trabajo con máquinas, programas y teorías de computación aplicados al estudio de las organizaciones.
Los robots que se reconfiguran a sí mismos pueden modificar su forma externa sin intervención humana.
Pueden, por ejemplo, adoptar forma de serpientes para reptar a través de un túnel, transformarse en algo parecido a un ciempiés para avanzar por terrenos irregulares (como la superficie de la luna), y pueden cambiar nuevamente de forma para subir por una escalera e ingresar a un edificio.
"Los sistemas de locomoción fijos (ruedas, patas, orugas) son convenientes para determinadas condiciones del terreno", dice Marsette Vona, ingeniero en electricidad que está cursando además un posgrado en ciencias de la computación en el MIT. "En teoría, los robots que se reconfiguran a sí mismos pueden emular cualquiera de estos modelos de locomoción y tener, en consecuencia, la capacidad de todos y cada uno de ellos."
Han aparecido en escena tres tipos distintos de robots autoconfigurables: los que se reconfiguran siguiendo un esquema en cadena, los reticulares y los móviles.
Los que siguen un esquema reticular modifican su forman moviéndose de una posición a otra, como si fueran bloques de Lego que cambian de posición.
Rus y otros investigadores del Laboratorio de Robótica de Dartmouth han construido un robot reticular que se llama robot cristalino , capaz de adoptar la forma de un perro y también la de un diván.
Todos estos robots cambian de forma utilizando unidades individuales que los especialistas en el tema denominan "átomos". Cada uno de estos "bloques inteligentes" tiene ciertas aptitudes para realizar cómputos, operar como sensor y comunicarse. Los módulos pueden desacoplarse, moverse en forma independiente y conectarse entre sí formando nuevas configuraciones.
Las perspectivas que ofrecen estos robots no tienen límite. Podrían transformarse en edificios que se autoconstruyen, permitirían llevar a cabo operaciones de cirugía menos invasivas o abrirse camino entre pilas de escombros para buscar y rescatar personas.


Los investigadores abrigan la esperanza de poder construir con el tiempo robots integrados por miles de "átomos" minúsculos que permitan fabricar máquinas flexibles aptas para situaciones en las que un software programado con anticipación sería incapaz de prever las restricciones impuestas al movimiento por ámbitos desconocidos como el fondo del mar o la exploración del espacio.
"Pensando en un futuro aún más lejano, se puede concebir la incorporación de módulos de este tipo en todos los materiales de construcción, lo que permitiría emitir un comando para que se agruparan luego formando un asiento o un parche para una gotera", dice Rus entusiasmada.
Rus forma parte de un grupo cada vez mayor de especialistas en robótica que están haciendo experimentos con robots modulares, grupo integrado también por investigadores de la Universidad Johns Hopkins, la Universidad de Tokyo, la Universidad de California Meridional y el Centro de Investigaciones Xerox de Palo Alto (PARC), entre muchas otras instituciones.
Los que trabajan en el Centro de Investigaciones de Xerox desarrollaron un robot modular que bautizaron con el nombre de PolyBot. Está formado por una cadena de bisagras simples que pueden alterar su forma transformándolo en una serpentina o una araña con patas capaz de avanzar a través de un terreno rocoso con muchos desniveles.
Mark Yim, jefe del equipo de robótica modular de Xerox dice que los robots que se reconfiguran ofrecen tres ventajas: son versátiles, muy sólidos y podrían producirse en masa a bajo costo. No obstante, la construcción de estos robots plantea algunos problemas formidables: son muy difíciles de controlar y suelen estar formados por millones de componentes que pueden fallar.
Yim comenta al respecto: "Los robots reconfigurables plantean muchos problemas en el ámbito de la computación". 
"Entre los decisivos, se encuentra el problema de diseñar una unidad fundamental de tamaño pequeño que tenga sin embargo las capacidades básicas —explica Rus—. Es muy difícil hacer un proceso de desarrollo de los controladores que vaya de lo más simple a lo más complejo y termine en un comportamiento global conveniente."
Según información aportada por una encuesta de la Comisión Económica de las Naciones Unidas, se prevé que hacia 2005, el número de robots ascenderá a 960.000, con una tasa de crecimiento anual del 7,5 por ciento.

jueves, 16 de septiembre de 2010

barcos del futuro

Los avances tecnológicos, el alto precio del combustible y la concienciación económica podrían devolver a los barcos el movimiento de mercancías a gran escala, que en los últimos años han perdido buena parte de este negocio eLos avances tecnológicos, el alto precio del combustible y la concienciación económica podrían devolver a los barcos el movimiento de mercancías a gran escala, que en los últimos años han perdido buena parte de este negocio en favor de otros medios de transporte. Wallenius Wilhemsen (WW) confía en ello, por lo que ha diseñado un gran navío en el que caben hasta 10.000 vehículos que además de impulsarse con las olas y el viento casi no contamina. Puede que no se construya nunca, pero WW espera marcar con esta propuesta el diseño de barcos de los próximos 20 años.n favor de otros medios de transporte. Wallenius Wilhemsen (WW) confía en ello, por lo que ha diseñado un gran navío en el que caben hasta 10.000 vehículos que además de impulsarse con las olas y el viento casi no contamina. Puede que no se construya nunca, pero WW espera marcar con esta propuesta el diseño de barcos de los próximos 20 años.

Orcelle es el nombre de una especie de delfines en peligro de extinción, y también el que la compañía nórdica de transporte WW -resultado de la fusión en 1999 de la sueca Wallenius Lines y la noruega Wilhemsen Lines- ha dado al que considera será el navío del futuro. Una muestra sobre este ingenioso diseño naval forma parte de la Exposición Universal de Aichi (Japón) que se inauguró en marzo.
La preocupación por los precios de crudo ha llevado a esta compañía a reducir en un 10% el consumo de combustible de sus barcos. Del mismo modo, y por respeto al medio ambiente WW ha disminuido el nivel de emisiones contaminantes de nitrógeno -que modifica los niveles de nutrientes del océano- y dióxido de azufre -causante de la lluvia ácida-. "Nos hemos dado cuenta de que somos parte del problema y queremos ser parte de la solición", afirma Lena Blomqvist, vicepresidenta de WW. La naviera explica que en los próximos 20 años la regulación medioambiental y el aumento de costes obligará a buscar transportes más ecológicos, y para entonces esperan que Orcelle esté listo para satisfacer las necesidades de transporte de mercancías del momento.
Aprovechar la naturaleza
Per Brinchmann, el ingeniero naval que ha diseñado el barco para que transforme en energía el poder del mar, explica que su creación sigue el ejemplo de la madre naturaleza. "Para volar, el albatros consigue el 98% de su energía del viento y el 2% de sus alas". Orcelle será propulsado por velas de alta tecnología que recogerán la fuerza del viento, así como por una estructura que aprovechará el impulso de las olas para aumentar la potencia del navío. El sistema se completa con paneles solares situados en las velas, con los que se cargarán las baterías de un motor eléctrico.
El novedoso diseño permite descartar el uso de las grandes cantidades de agua que normalmente se usa como lastre, evitando el riesgo que supone para unas 7.000 especies marinas. Este es "un gran problema", según el doctor Simmon Walmsley, director de la división marina del World Wide Fundation en Reino Unido. Su uso "afecta a la biodiversidad y tiene el potencial de borrar del mapa especies que son muy sensibles". Cada año se transportan entre 3 y 5 billones de toneladas de agua como lastre para barcos, no muy lejos de los 6 billones de toneladas de carga transportadas en 2003.
Cambios legales y clientes concienciados
En el futuro este tipo de navíos podría tomar los océnaos, dado que se espera que la legislación internacional endurezca las normas que regulan el transporte marítimo. Así, la Organización Marítima Internacional prevé aprobar la reducción del uso de combustibles con dióxido de azufre antes de 2006 en algunas partes del mundo.
Al mismo tiempo, las compañías de transporte deberán confirmar su conciencia ecológica ante unos clientes que cada vez cuidan más este aspecto, ya sea por imagen o por verdadero compromiso. WW cuenta que uno de sus principales clientes, un fabricante de automóviles ya audita el nivel de emisiones de las navieras. "Otras compañías vendrán a preguntar por ello como parte de su trabajo de responsabilidad corporativa, afirma Blomqvist.

jueves, 9 de septiembre de 2010

casas submarinas


Calypso volvía a trabajar al pie de un acantilado de caliza blanca, yermo y desértico y perteneciente a una isla próxima a Marsella, llamada esta vez Pomègues y que no está muy lejos del castillo de If, donde estuvo prisionero el legendario hombre de la Máscara de Hierro. En una cala angosta y poco frecuentada, el Calypso y el Espadon se hallaban situados a ambos lados de una mahone... un enorme pontón, cargado de hombres atareados y equipo. Estas embarcaciones se encontraban rodeadas de boyas esféricas, botes de caucho, cables de amarre y un helicóptero que volaba a baja altura. En tierra, en el interior de una casa en ruinas y sin ventanas, adornada temporalmente por ganglios de cables de energía y comunicación, yo estaba sentado detrás de unas cortinas negras, siguiendo la operación por televisión. La escena parecía una cabeza de playa durante unos ejercicios militares anfibios. Pero nada se encontraba más lejos de nuestras mentes que la guerra. Intentábamos acostumbrar a los hombres a vivir en el fondo del mar.




Bajo las embarcaciones se encontraba la estación número 1 para la plataforma continental, en la que confiábamos hacer permanecer a Albert Falco y Claude Wesly durante siete días seguidos, trabajando cinco horas diarias en aguas libres. Eran los primeros hombres que ocuparían la plataforma continental durante un período de tiempo relativamente largo y sin emerger. EL experimento era más logístico que fisiológico. Habíamos depositado nuestra confianza en los cálculos especiales efectuados por Albert Alinat para una semana de inmersión con escafandra autónoma utilizando una campana de aire como refugio. La operación "casa subterránea" se efectuaba en un cilindro morada-taller de cinco metros de largo por dos y medio de diámetro, anclado a diez metros de profundidad sobre un fondo de doce metros. Esta mansión submarina, situada "a medio camino", permitiría que los buceadores trabajasen en aguas libres, a veinticinco metros de profundidad. Falco bautizó a la instalación con el nombre de Diógenes, en honor del filósofo griego que vivía en un tonel.



En la parte inferior de la cámara había una escotilla abierta en comunicación constante con el mar. La presión interior impedía que las aguas ascendiesen por la chimenea de entrada. Los pioneros de la plataforma continental vivirían sometidos a una presión constante, en el agua y en el aire, de dos atmósferas. Atravesando su puerta líquida, podrían entrar y salir para realizar tareas que serían un anticipo de lo que harán los obreros y técnicos que habitarán en las casas submarinas del mañana.



La idea es antigua. Ya fue prevista en el siglo XVII por el obispo inglés John Wilkins. En el siglo XIX, Simon Lake hizo funcionar submarinos de ruedas provistos de escotillas en comunicación con el agua. En el siglo actual, Sir Robert H. Davis concibió moradas submarinas, perfeccionadas luego por el comandante George F. Bond, de la Armada de los Estados Unidos, en cuyos planes nos hemos inspirado. Edwin A. Link ha efectuado pruebas de un vehículo de enlace para estaciones continentales profundas. Nuestro grupo de investigación, el O. F. R. S., ha tenido el privilegio de organizar la prueba piloto en Pomègues.



Los propios Falco y Wesly inspeccionaron la construcción de la cámara submarina que emplearían. EL ingeniero electricista Henri Chignard y los hombres del O. F. R. S. no regatearon esfuerzos para conferir seguridad al habitáculo. Todos los sistemas contaban con un duplicado como mínimo: los compresores que insuflaban una atmósfera a doble presión, dos tomavistas de televisión que nos permitían vigilar a los dos hombres durante las veinticuatro horas del día, un generador de reserva, líneas telefónicas y un par de cámaras de recompresión individuales dentro del alojamiento submarino. Todas las líneas de energía y aire estaban conectadas a Diógenes desde la estación de sierra por si un temporal obligaba a alejarse a los buques auxiliares.



Falco y Wesly penetraron en la casa submarina a las 12 horas 20 minutos del 14 de septiembre de 1962. Antes de descender por la escalerilla de buceo, Falco, que es soltero, se despidió de su madre y hermana y Wesly abrazó a su esposa y su hijita. En la cámara de la televisión, convenientemente oscurecida, les vimos acomodarse en su alojamiento. Sabríamos todo cuanto les ocurriese de forma casi instantánea. Oiríamos todos los ruidos y conversaciones. Dos veces al día recibirían la visita de dos médicos del O. F. R. S., los doctores Xavier Fructus y Jacques Chouteau, que los reconocerían a fondo, efectuando incluso electrocardiogramas y análisis de sangre.



Durante la primera tarde, bajé nadando a la casa submarina para encontrar a sus moradores de un humor excelente. El agua que los rodeaba por todas partes los llenaba de entusiasmo, lo mismo que la facilidad con que podían penetrar en ella, los prolongados períodos que podían pasar en el exterior sin tener que preocuparse por las tablas de descompresión, y por las comodidades que les ofrecía su alojamiento. Disponían de un televisor conectado con la red nacional de TV, una radio, una biblioteca e incluso una pintura abstracta de Laban. Un tubo plástico unido al Espadon les permitía tomar duchas de agua fría o caliente. Michel Guilbert, cocinero del susodicho barco, les preparaba los platos predilectos, enviándoselos dentro de ollas a presión. Pero, además, había un fogoncito eléctrico en el cilindro, para calentar de nuevo la comida o para cocinar, si por cualquier cause no pudiesen recibir comida del exterior. En la superficie, sobre sus cabezas, sesenta hombres velaban por ellos. El buceador suplente Raymond Kientzy dirigía un equipo de quince "plongeurs" destinado a atender las necesidades de la pareja sumergida.



Su euforia era evidente en la pantalla de la televisión: Falco y Wesly se daban cuenta de que los observábamos y tenían deseos de complacernos. Sonreían mirando a la cámara y tocaban dúos de armónica. En el primer reconocimiento médico, los facultativos los encontraron en una forma soberbia. Aquellos reconocimientos, que duraban dos horas y media diarias, les quitaban tiempo para bucear; los dos hombres hubieran deseado pasar más horas de libertad en el exterior. La primera noche durmieron con sueño apacible y sin pesadillas y se despertaron llenos de actividad y energía, afanándose en lavarse y desayunar antes de que llegasen los médicos.



Wesly, con sus treinta años, tenía cinco menos que Falco y empezó a bucear más tarde que éste, pues antes había sido instructor de esquí y navegación a vela. Admira a Falco más que a ningún otro miembro de nuestro equipo y se sintió muy orgulloso de que lo hubiesen elegido para acompañarlo a la casa submarina. Wesly, seguro de que nada puede sucederle en compañía de Falco, se esfuerza siempre en trazar las cosas mejor que nadie. Participó en la prueba convencido de que realizaba una gran misión.



Falco posee una personalidad llena de contrastes: si bien es uno de los hombres más valientes que he conocido, no posee la menor jactancia ni fanfarronería. En las empresas físicas, Falco cumple el ideal olímpico, pues pone todo su corazón y su destreza en la prueba, sin perder su entereza si llega el último. Le conferí la dirección tácita porque trace las cosas bien, con calma y de manera juiciosa. Si las condiciones de vida se hiciesen insoportables, Falco no permitiría que el orgullo le impidiese adoptar la decisión de suspender la prueba.



No existen precedentes médicos de lo que será la vida en una estación situada en la plataforma continental. Se han estudiado minuciosamente las reacciones de los tripulantes de submarinos, pero no son lo mismo. El submarinista no se adapta al mar, sino que lo contiene con ciegas planchas de acero. Su moral está compuesta parcialmente de recuerdos nostálgicos de la vida en tierra... muchachas, tocadiscos, películas. EL submarinista es un recluso, que no puede ver el mundo que le rodea como no sea por un periscopio. En cambio, nuestros hombres vivían en aguas libres a una presión anormal, doble de la que reina en el interior de un submarino. El Diógenes era como una enorme escafandra autónoma a cuyo interior Falco y Wesly se retiraban en busca de calor y alimento, para dormir y asearse. Era como una burbuja de aire que las arañas acuáticas hacen descender consigo, para respirar mientras ejecutan sus actividades bajo el agua. Para nuestros hombres eran más importantes las cinco horas que pasaban fuera del cilindro todos los días, que las restantes diecinueve, en que permanecían encerrados en él.



La segunda noche, Pierre Goupil, nuestro cámara cinematográfico, bajó con diez ayudantes para unas tomas nocturnas de los hombres que vivían en la casa submarina. Desde el Calypso pude ver a través de las aguas claras el enorme cilindro amarillo bañado por la luz de los redactores. Las burbujas de aire viciado que salían del Diógenes rasgaban los focos submarinos. Todos los reflectores colocados alrededor de la zona por los ayudantes de Goupil se encendieron y el cámara hizo señales con su lámpara, para colocar en posición a sus ayudantes, antes de proceder a las tomas de Falco y Wesly. Se produjo un nuevo centelleo cuando se encendieron las luces que en dos hileras paralelas iban desde el Diógenes, colocado bajo la popa del Calypso, hacia la pendiente que conducía a la boca de la ensenada. Resolví descender para echar un vistazo.



Me puse un negro traje isotérmico, con las uniones tapadas por cinta adhesiva amarilla y me cubrí con la caperuza igualmente negra, que confiere aspecto de Gran Inquisidor al que se la endosa. Ajusté los atalajes de una escafandra cuatribotella para que no bailase sobre mi espalda y molestase mis movimientos, comprobé si el regulador daba aire con facilidad, escogí un par de cómodas aletas y me puse en el cinto las pastillas de plomo necesarias para gozar de una perfecta flotabilidad negativa. Me di cuenta de que alguien me ayudaba a preparar el equipo: un sujeto entrecano que no pronunciaba palabra. Con el mayor tacto, Henri Plé me recordaba que ambos teníamos la misma edad. Sentí un estremecimiento. Desde luego, me llamaban "el Pachá'' (título cariñoso dado en la Marina francesa, militar y civil, al capitán de un buque, que acostumbra ser el más viejo), pero hasta aquel momento yo nunca había pedido que me ayudasen antes de una inmersión, ni nadie lo había hecho.



El agua me produjo un escalofrío suplementario, mientras permanecía de pie en la escalerilla, enjuagando la máscara y adaptándomela al rostro. Allá abajo, formulada en luces cabalísticas, estaba la primera ocupación humana de la plataforma continental, que yo anhelaba desde hacía años.



Me sumergí. En la extensión iluminada donde se realizaba el experimento, se cernían los hombres de Goupil como sombras, concentrando sus focos en Falco y Wesly, que nadaban juntos por el rutilante bulevar. Las luces habían sido instaladas aquel mismo día y el lugar recibió el nombre de Avenida de las Holoturias. La pareja de buceadores se movía de forma suave y lánguida, que ocultaba una gran energía muscular disciplinada, una respiración reducida al mínimo para ahorrar aire y unos reflejos adiestrados y creados durante miles de incursiones en el fondo del mar. Los golpes de sus aletas de caucho no denotaban ningún esfuerzo, como si sus "pies de pato" fuesen sendas prolongaciones naturales de las piernas. Llevaban guantes de goma azul pálido para distinguirse de los demás. Falco es el mejor de todos nosotros, el primer hombre-pez. A1 ver el ritmo y la majestad de su avance, yo me sentí torpe e inhábil.



No parecían hombres condenados a vivir en aquel lugar, aunque si se aventurasen por encima de la cape invisible de las dos atmósferas, quizá sufrirían una grave embolia gaseosa, de consecuencias que podrían ser fatales. No podían ascender a la superficie, pero, en cambio, como entonces hacían, podían descender con toda seguridad a veinticinco metros. Ambos permanecían pegados al fondo, que les infundía vida.



Bajaron nadando por la Avenida de las Holoturias, cruzando extensiones arenosas, campos de posidonias y soñolientas ascidias, en dirección a la mar libre, que estaba más allá de la zona iluminada. Goupil hizo una seña a sus ayudantes y todas las luces se apagaron. La secuencia había terminado; los hijos de la tierra tenían que volver a su morada. Como yo consumo menos aire comprimido que la mayoría de los buceadores, pude hacerme un poco el remolón cuando el equipo cinematográfico hubo emergido. Lo único que podía ver en las tinieblas eran las dos varitas luminosas de Falco y Wesly que éstos agitaban, dedicándose a hipnotizar peces con ellas y acariciándolos después con sus guantes azules. Se detuvieron para tocar una sepia, sin imaginarse que yo los estaba observando. De pronto les di a conocer mi presencia, al penetrar en el haz luminoso de una de sus lámparas. La luz se apartó de mi cuerpo y ellos prosiguieron su camino, como si yo no existiese.



Quedé olvidado en la noche, sumido en mis pensamientos. El principal objetivo de mi vida había consistido en liberar al hombre de los vínculos que lo retenían en la superficie, permitiéndole escapar a sus límites naturales, respirar en un medio irrespirable y resistir presiones cada vez mayores. Y no solamente colocar al hombre en aquel ambiente nuevo sino adaptarlo a él, enseñándole a explorarlo, a subsistir, a sobrevivir y a estudiar lo que le rodeaba. A la sazón el hombre empezaba a vivir en el mar, del mar y para el mar en las personas de aquellos dos posesos que hacían caso omiso de mi presencia. Experimenté una punzada de envidia. Una nueva especie de hombre empezaba a surgir y yo no pertenecería a ella. Lleno de tristeza, regresé al pontón.



A la mañana del tercer día los dos hombres se despertaron simultáneamente y, sin cambiar palabra, se desayunaron. Tuvo que transcurrir media hora antes de que se decidiesen a hablar y entonces se pusieron a cantar espontáneamente. A su regreso de su visita matinal, los médicos nos informaron de que habían observado una señalada reducción en el espíritu jubiloso de los dos primeros días. Falco y Wesly partieron a sus tareas matinales con cara sombría y movimientos distraídos, sin mirar esta vez a la cámara. Los buceadores que les llevaron el almuerzo les comunicaron que estaba lloviendo. Los dos moradores de la casa subterránea no hicieron ningún comentario, aunque sabían que la lluvia iría seguida inevitablemente por el mistral, que acaso obligaría a levar anclas a las embarcaciones de cobertura. Reforzamos las amarras de tierra. Cesó de llover y se levantó viento. Fuera de la cala, el mar empezó a cubrirse de blancas crestas de espuma. No obstante, la cala estaba protegida y los barcos podían mantenerse en ella, aunque se balanceaban y chocaban contra sus defensas. En medio de toda esta agitación, la casa submarina no se movía. La precisión y obediencia con que Falco y Wesly contestaban a nuestras llamadas telefónicas nos produjeron sorpresa: por primera vez, ninguno de los dos preguntaba por su familia. Hasta que el experimento terminó no supimos la verdadera historia de lo que ocurrió aquel día dentro del cilindro. En el diario de Falco estaba anotado lo siguiente:



"Me siento pequeño. Tengo que tomármelo con calma o de lo contrario no conseguiré acabar la prueba. Tengo miedo de no poder resistir. El trabajo en el agua se hace terriblemente difícil. Todo es dificilísimo". En cambio, el diario de Wesly para el mismo día no mencionaba ningún problema y tenía el tono seguro y confiado propio de los informes de un cosmonauta soviético. Pero los médicos encontraron que Wesly acusaba un mayor stress físico que Falco.



Las tardes eran una pesadilla para ellos y pensé que les alegraría recibir la visita de Paul Brèmond, viejo amigo de Falco, quien bajó a cenar al Diógenes. El expansivo Brèmond tuvo que aguantar una cena sombría y en la que los comensales hablaban en monosílabos. Por más esfuerzos que hizo, no consiguió animar la conversación. Mientras tomaban el café, Wesly mostró un destello de su acostumbrada socarronería. Con semblante inexpresivo, dijo:



- Tendríamos que declararnos en huelga. Derribemos a los que mandan arriba. No pueden hacer nada sin nosotros.



Los que observaban la escena por la televisión se echaron a reír. Wesly sabía muy bien que le estábamos escuchando. Pero no estábamos muy seguros de que hablase en broma. Terminó con esta observación:



- Pero la huelga sería un fracaso. Nuestros patronos de allá arriba nos dejarían sin aire.



El vigilante nocturno lo vio acostarse a las 23 horas para quedarse inmediatamente dormido. Dos horas después, Falco apartó las mantas y empezó a dar vueltas en la cama. A medianoche, se levantó y fue a mirar la superficie del agua por el tubo de entrada. Comprobó la presión interna del aire y el higrómetro, destinado a medir la humedad ambiente. Comprobó también la lámpara de seguridad, bebió un vaso de agua y se volvió a la cama. Falco escribió en su diario lo que le iba por dentro aquella tercera noche:



"Hace años que no sueño, pero he recuperado el tiempo perdido con una pesadilla que no olvidaré fácilmente. Opresión, ahogo, angustia y pánico. Una mano me estrangula. Debo escapar. Debo volver a la superficie. Me levanto para ir a mirar el agujero. Todo es normal. Claude duerme continuamente. Vuelvo a mi litera, pero no puedo dormir. Me siento completamente solo, aislado y atrapado. Estamos sentenciados a permanecer una semana bajo el agua. No tenemos la libertad de emerger. Sólo podremos librarnos del nitrógeno con ayuda de los de arriba. Tengo miedo, un miedo irracional. Para calmarme, pienso en mis camaradas de arriba. Han adoptado todas las precauciones posibles. En este mismo momento me observan. Pero no puedo calmarme. Me obsesiona una idea ridícula... ¿Qué ocurriría si la presión del aire disminuyese y entrase el agua? ¿Entraría muy deprisa? Como es natural, siempre quedaría suficiente aire comprimido en lo alto de la cámara y tendríamos tiempo de ponernos botellas y salir. Pero, ¿y entonces? No podríamos ir directamente a la superficie. Tendríamos que quedarnos abajo, hasta que ellos encontrasen algún medio de descomprimirnos.



"El ruido que produce el aire al escapar al nivel del agua es infernal, mucho mayor que durante el día. Es un borboteo incesante, como el que produciría una caldera gigantesca. O como el rumor de los guijarros agitados por el temporal en una playa pedregosa. No consigo conciliar el sueño. Claude duerme a pierna suelta, inconsciente por completo de mis preocupaciones."